La piel refleja tu salud, es la carta de presentación de los seres
humanos. Una mala alimentación, el tabaquismo, la contaminación atmosférica, y las
temperaturas extremas pueden ser los enemigos que hacen que tu piel no luzca saludable. Está en nosotros evitar que
estos factores no destruyan nuestra piel.
Saber qué tipo de piel tienes es muy importante, porque te permitirá tratarla de una forma adecuada para conservarla sana y a salvo de las agresiones de la vida actual.
La piel la podemos clasificar en cinco tipos: normal, grasa, seca, mixta y sensible.
¿Cómo identificar tu tipo de piel?
Tu piel es normal si:
- La textura de tu piel es regular.
- No tienes problemas de granitos, rojeces o imperfecciones.
- Aparentemente suave, limpia y sana.
Tu piel es grasa si:
- Es grasa y brillante, especialmente en la zona T (frente, nariz y barbilla).
- Es propensa a poros abiertos, puntos negros, rojeces y granitos.
- Es de textura irregular y aparentemente sucia.
Este tipo de piel requiere de una
higiene escrupulosa además de un tratamiento permanente de hidratación.
Se tiene este tipo de piel cuando
las glándulas sebáceas producen grasa en exceso, lo que ocasiona la obstrucción
de los poros.
La ventaja de este tipo de piel es
que envejece con mayor lentitud.
Tu piel es seca si:
- Generalmente tiene poros finos, luce un tanto opaca.
- Es tirante y rígida, especialmente después del afeitado o de ducharse.
- Es propensa a pelarse y a escamarse.
- Es aparentemente vieja y apagada.
La epidermis seca envejece con
mayor rapidez por lo que se debe incluir en la rutina diaria el uso de
productos nutritivos y tensores.
Tu piel es mixta si:
- Presenta una mezcla de dos o más de las mencionadas anteriormente.
- Las zonas con grasa se encuentran normalmente en el cuello, nariz y barbilla, la llamada zona T.
- Las zonas secas están a menudo en las mejillas y puede darse en el cuello.
Tu piel es sensible si:
- Reacciona a la mayoría de productos de cuidado de la piel y de afeitado, irritándose con frecuencia.
- Tiende a enrojecerse/irritarse cuando tomas el sol o tienes mucho calor.
- Reacciona a cierta comida o fragancias causándote sarpullidos o picores.
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